Daniel Cwirenbaum estudió en la Universidad de Tel Aviv, Israel. Trabajó en el sector de logística de la fuerza aérea en 1991, en plena Guerra del Golfo, y a los 26 años volvió a Buenos Aires con el título de ingeniero industrial y un contenedor repleto de varillas. Y de expectativas. Daniel había descubierto la practicidad de los biblioratos extraíbles durante sus años de estudio en Israel y se trajo los primeros sistemas de archivo que, después de algún fracaso, se conocieron en el país y fueron el punto de partida de una empresa de diseño exitosa.
Hoy, con 57 años, seis hijos y 20 mil sillas producidas por mes, Daniel repasa su propia historia. Desde el desembarco del container en un sector de la fábrica de tacos plásticos para calzados que tenía su papá en av. Boedo y Pavón, a dirigir una de las compañías que pisan fuerte en la producción y desarrollo de equipamiento dinámico y flexible para puestos de trabajo.
Todo comenzó en Casa Jorge. Daniel llegaba en el colectivo 4 y absorbía como una esponja los procesos productivos, los secretos del plástico, el ida y vuelta con los clientes y los números detrás de la caja registradora. Aunque su vuelta triunfal fue aplaudida por toda la familia y la mochila llegó cargada de ilusiones, Daniel se chocó con su primer –casi único–, revés. Los “archivos activos” que le darían el nombre a su futura empresa fueron incomprendidos.
“Por innovadores y avanzados nadie los entendía, no se conocía ese formato para ordenar documentación. Eran algo más que un cajón para organizar papeles, constituían un sistema que superaba los tradicionales archivadores que se apilaban en pesados muebles de madera. Prácticos y livianos, sí. Pero incomprendidos”, señala Cwirenbaum, el ingeniero detrás de la planta que, desde 1994, ocupa los 30 mil m2 de la ex fábrica textil Mallorens, en Olavarría 130, Avellaneda.
En el corazón del edificio, que cuenta con un laboratorio de resistencia de sillas ergonómicas, levantó Grupo (a)2, una industria de diseño que abastece escuelas, hoteles, edificios corporativos y compañías de todo el país. “El nombre corresponde a las iniciales de archivos activos”, explica sobre el código genético de los primeros pasos de la compañía. Cwirenbaum no se dio por vencido. En 1994 volvió a la carga y mostró los sistemas en Expo Hábitat donde, por fin, los innovadores biblioratos tuvieron buena aceptación.
Sus primeros clientes fueron el Banco Mercantil y Brukman Hermanos, que vieron una solución para domesticar sus archivos descomunales. “Al principio los importaba de España y Holanda. Los iba a buscar, los armaba y los entregaba en camioneta. Con el tiempo y el surgimiento del Mercosur empecé a fabricarlos en la Argentina con la misma matricería, compré una máquina y abrí una sucursal en Brasil”, dice mientras recorre el showroom, donde se pueden ver y probar los equipamientos de diseño: desde sets de escritorios con brazos rebatibles para las pantallas hasta dispositivos USB inalámbricos para cargar el celular y más de 40 modelos de sillas aprobadas por el INTI, con estándares de calidad vigentes.
En el Chair Lab, una gran pecera vidriada, quedan a la vista las tensiones en las estructuras de los apoyabrazos, asientos y respaldos que se someten a pruebas extremas. Allí, las máquinas simulan 120 mil ciclos en una semana, lo que equivale a cuatro años de uso intensivo y constante de las espumas y los textiles, que se raspan con otro aparato especialmente desarrollado para verificar su durabilidad.
La pandemia no solo dejó una sensación de incertidumbre y calendarios híbridos en las compañías. También impulsó nuevas necesidades y funciones que mejoran la calidad de vida. Proteger las lumbares, atender a la posición de antebrazos, resguardar los codos y cuidar las muñecas puso en valor los fundamentos de la ergonomía. Así, las sillas se transformaron en mínimas unidades habitables claves para el bienestar, la productividad y la calidad de vida.
“Atentos a las actuales situaciones de uso desarrollamos modelos operativos que revolucionan la manera de trabajar. Con tensores y soluciones puntuales para alcanzar el 95% del percentil de las personas. Este año lanzamos sillas para escuelas, que cumplen con normas IRAM y pupitres antipánico que agilizan la evacuación si fuera necesario”, detalla Cwirenbaum.
Y agrega: “Cada vez somos más conscientes de la importancia de sentarnos bien. Comprobamos que las sillas del comedor o la cocina no estaban preparadas para soportar una jornada de ocho horas de trabajo. Además de la salud, una silla inapropiada resiente la calidad y los tiempos productivos. Por eso, el balanceo, la regulación de la altura, la inclinación del respaldo, el ajuste de los apoyabrazos y el sistema de doble malla que contiene mejor el cuerpo son algunos de los ítems imprescindibles”.
Según el empresario, los escritorios del futuro admitirán reuniones y tareas desde posiciones erguidas. “Una relación de tres horas sentado por una parado es ideal para quemar calorías y fortalecer las articulaciones”, señala mientras regula la altura de uno de los escritorios de la línea Mobility. El equipamiento, que cuenta con sistema de elevación electrónico, mecánico y manual, incluye ergopads, carpetas fabricadas con polímeros flexibles y borde frontal curvo, que evitan el estrés por contacto en las muñecas, una de las causas de tendinitis y síndrome del túnel carpiano.
“Me entusiasma pensar en el desarrollo de equipamiento que integra dispositivos para analizar hábitos, medir el ruido, la temperatura y la humedad del lugar. Información que suma a la hora de diseñar espacios de bienestar, jornadas más activas y equilibradas a partir de soluciones 4.0″, apunta. De acuerdo a los estudios proporcionados por Garmin, los adultos pasan hasta el 60% del día sentados, entre las comidas, los traslados y las actividades laborales. “La falta de actividad física combinada con una inadecuada postura ergonómica se considera el principal problema del mundo laboral moderno”, señala el informe.
La compulsión por ordenar y sistematizar archivos que fue clave en el origen de la firma también se traslada a la usina productiva donde cada sector está señalizado. Caminar entre máquinas, atravesar depósitos y zonas específicas donde se desarrollan los procesos fabriles, permite descubrir cómo funcionan las siete inyectoras, los cinco robots y los más de 250 moldes que se utilizan a diario.
Entre el desarrollo comercial y el diseño de productos, Cwirenbaum también vibra con el arte. Su empresa acompañó como sponsor la muestra de Gaspar Libedinsky, Casa Tomada, en el Museo de Arte Decorativo, y la planta de Avellaneda se transformó en una galería para alojar la expo Art & Architecture. “Los arquitectos suelen pintar en la intimidad. Me pareció una buena oportunidad habilitar un espacio para mostrar esas producciones. Intervenimos el showroom con 300 obras de 70 arquitectos, con la colaboración de todo el personal de planta”, señala. Arte, diseño, tecnología y una constante búsqueda del bienestar integran el repertorio de la empresa que surgió con una vocación organizadora y hoy se posiciona en el mercado del equipamiento integral y operativo.
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